Semilla de sandía
- agnutrilover
- 7 may
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La proteína escondida en los desechos
Un producto de desecho que se transforma en una fuente de proteína funcional y sostenible para la restauración. Las semillas de sandía, tradicionalmente desechadas, se están redescubriendo como un ingrediente valioso para alimentos funcionales.

Rico en proteínas, magnesio, hierro y grasas buenas, se ha transformado en harinas, mantequillas y snacks, abriendo nuevas posibilidades para la alimentación consciente.
Cada 100 g de semillas de sandía contienen aproximadamente 28 g de proteína vegetal de alto valor biológico, además de ser fuente de ácido linoleico (omega-6) y fitoesteroles. Su perfil nutricional la hace excelente para dietas vegetarianas, menús escolares y preparaciones hospitalarias enfocadas en el aumento de masa muscular o el fortalecimiento del sistema inmunitario.
En la cocina, se puede usar tostada como cobertura crujiente para ensaladas, molida para hacer harina en pastas, pasteles o pan, o incluso como base para mantequillas vegetales, similar a la mantequilla de cacahuete. Su sabor neutro y textura ligera la hacen fácil de adaptar a diferentes tipos de platos.

Desde un punto de vista ambiental, su uso reduce el desperdicio y promueve el aprovechamiento integral de los alimentos. Incorporar semillas de sandía a tu menú es una actitud que refuerza tu compromiso con la sostenibilidad y la economía circular.
Las empresas que trabajan con grandes volúmenes de fruta fresca, como cafeterías, centros de producción y servicios de catering, pueden transformar este residuo en un ingrediente noble, reduciendo costes y aportando valor nutricional. Además, puede ser un atractivo para los consumidores conscientes de la trazabilidad y el impacto en su dieta.
Para los nutricionistas que quieren destacarse a través de la innovación sostenible, las semillas de sandía ofrecen una solución práctica, nutritiva y sorprendente: directamente de los residuos al plato, con un propósito.
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